Hay Rock

Hay que poder decir con toda claridad, la sobrada capacidad del amigo Fito para generar un espacio con tanta cordialidad, alegría y ganas de repetir cada viernes el rock que propone: con toda la furia imaginativa y el placer sublevado al servicio de todos los presentes. Fito nos parece decir que la mejor defensa a la lenta entrega de los años, es un buen zapateo sin miedo a terminar en el piso. Y si estamos así de vivos, es que en algo estamos de acuerdo: si vamos a morir, que sea bailando un buen rock and roll, y si son con los clásicos de Fito Manía, mejor!!!. Hasta el próximo viernes amigos!!!.


La furia imaginativa y el placer sublevado que propone Fito cada viernes, son momentos intransferibles que no se pueden contar sin haberlos vivido y si acaso tuviste la oportunidad de vivirlos, resulta imposible contarlo porque como ya dije, son momentos intransferibles. Aguante el Rock and roll... hasta que los cordones nos separen!!!.

mejor!!!. Hasta el próximo viernes amigos!!!.


Aldo

domingo, 7 de junio de 2015

Rock and Roll (7)

EN LA ROCKERÍA, EL AZAR COMO ENCUENTRO ACCIDENTAL, NO EXISTE!.



"La distribución de las mesas son funcionales a un orden lógico que apunta a una valiosa estrategia inclusiva poniendo a todos los presentes con las mismas posibilidades: poder mirarse, localizar al otro y descubrir potencial compañía por la fuerza de atracción que impone el rock and roll". Si la ilustración sonó a una tesis, lo siento. La intención era otra. 
Sigamos. Desde cualquier mesa, se puede observar lo que ocurre en la pista y claro, lo que hay más allá de las mismas. Las distancias equidistantes forman parte de la cuestión. Ni lejos, ni cerca. Lo justo y necesario para mirar desde donde se mire, sin perder de vista el horizonte femenino. Hay que estar ahí para entender que las intensidades y tonalidades de las luces juegan también un papel preponderante: Iluminando penumbras y sombreando claridades para que las pupilas se contraigan o dilaten, según la distancia que separe al caballero de la dama.
En esta historia, la pista es irrelevante (nos ocuparemos en otro momento). Lo importante es lo que ocurre del otro lado respecto de donde haya anclado el sujeto. El mundo entero está bailando y el bailarín yace sentado, incómodo y denunciado por sus propios zapatos que repiquetean al ritmo de un rock no bailado. Mientras tanto, del otro lado de la "barricada", hay vida que son damas que miran hacia el centro del espectáculo. Ahora bien. Pudiera ser posible que la mujer haga lo que el bailarín hace?. Estar con un ojo en la pista y con el otro en la vereda de enfrente donde se halla la dama?. Y si fuera así, estará mirando al bailarín que no baila?. Pero la historia lejos de destrabarse, ingresa en un enredo descomunal. Ambos bajan la vista, miran sus mesas, buscando lo que haya para aferrarse a lo que sea. Ella, atrapa una conversación con su amiga ocasional y hablan, en tanto piensa–“no estaré bailando, pero al menos tengo compañía!”-. Mientras él, atrapa un vaso con cerveza tibia y resignada para beberla sin ganas, porque concluye que –“no estaré bailando pero al menos me hidrato!”-.
Mientras la noche Fitomaníaca hace ostentación de un momento superlativo, estos dos protagonistas continúan sin desatar sus pasiones. Tuvo que sonar un rock de esos que hechizan el alma para obligarlos a que se eligieran de una vez por todas. Lo que pasó después, quedó bajo siete llaves. Porque en el rock, amigos y amigas, también hay códigos. Saludos.

Aldo

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