Tarde o temprano Fito será leyenda cuando se agoten los momentos épicos ocurridos a lo largo de su rockera y exitosa historia. Alguien reunirá anécdotas, irá por los protagonistas, preguntará, transcribirá, y lo transformará en una obra para que repose en un libro llamado a ser un punto de partida para quien quiera seguir los pasos de este sujeto único e irrepetible. Se me ocurren capítulos como: “Fito y el Rock”, “Fito y su relación con el vinilo”, “…el selectivo” “…sus amigos”, etc. Qué cuántos roqueros tendrían algo que aportar? , no lo sé. Pero no habría dos historias ni iguales ni parecidas. La diversidad propone ideas completamente distintas y entonces, nuestras versiones caerían invariablemente en un denominador común: “Fito y su entrega solidaria sin límites”. Con todo, estaría incompleto si no fuéramos capaces de ver más allá del propio mito viviente. Porque –y esto es simplemente una opinión- para llegar hasta donde llegó más la incertidumbre que sugiere el futuro de no saber hasta dónde llegará, habrá que nombrar “al madero que lo mantuvo a flote”, el rol que desempeñó y que se propuso estar ni lejos ni cerca, sino donde tiene que estar el que “da” para felicidad del otro. Y ese otro estuvo en fotos, videos, relaciones, opiniones, decisiones, conducciones, poniendo conducta, temperamento, personalidad, creatividad, originalidad, la vigencia espiritual, la bienvenida sonrisa y vaya a saber cuántas otras virtudes desde el lugar más secreto y desapercibido posible. Porque para llegar a ser lo que hoy es Fito y entender por qué alguien se encuentra próximo a erigirse en una verdadera leyenda, tuvo que haber tenido al menos, una sólida base de sustentación llamada Claudia.
Saludos rockeros.
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