EL DOLOR DE SER FELIZ
No satisfecho con la paz y alegría reinante que se produce cada viernes en Fitomanía, tal vez inquieto (tal vez no) decidí andar involuntariamente a los golpes. Mi llegada no pudo ser más accidentada. Una vez que el remis estacionó frente a "César", bajé de vehículo, saludé al chofer y luego de cerrar con fuerza la puerta del acompañante, olvidé sacar mis dedo índice de la mano izquierda que había quedado atrapada (con qué razón?) en el interior del vehículo, lo que me recordó la importancia de la articulación interfalangiana distal, porque sin tanta terminología médica, eso duele!. A tal efecto, seré prudente y no diré las palabras que dan muerta al idioma castellano en ocasión del agudo dolor que provoca una extremidad a punto de separase del cuerpo. Y lejos de subestimar a nadie, tampoco es cuestión de andar explicando lo que todo el mundo sabe y pronuncia con más pena que gozo.
Como pudo, un amigo del bar (uruguayo él), me hizo las primeras curaciones y casi pude ingresar a la pista de baile. Digo "casi" porque allí me estaba esperando Claudia -compañera de Fito- que con unos claros ademanes de su mano derecha zigzagueando de izquierda a derecha, me estaba esperando para darme una merecida paliza. Qué había pasado?: durante la noche del sábado 29 de agosto (histórico cumple de Fito), olvidé sacarle una foto mientras bailaba con él!. Luego de perdonarme la vida, ingresé y como siempre damos cuenta, fue otra noche espectacular. Bueno casi (otra vez?). Entre muchas damas y en ocasión de bailar con quien dijo tener como profesión Psicóloga, en un repentino movimiento rítmico de su brazo (que no vi venir), una de sus manos alcanzó mi ojo derecho. Enseguida se preocupó y disculpó (toda una dama). Le di tranquilidad, claro. Solo le dije que si veía alguien con tres ojos, uno podría ser el mío. Lo que siguió (todo involuntario, claro) fueron: codazo de Elsa, pisada de Carmen, golpes ocasionales de otras parejas bailando, empujón de la mesera y no sigo con el inventario de infortunios, porque de las múltiples laceraciones recibidas, algunas alcanzaron mi cerebro, que de hecho todavía no puedo precisar si estuve en una rockería o soñé estar involucrado en una lucha grecorromana en situación desfavorable. Pese a todo, sigo pensando que hasta para ser feliz hay que pelearla y como ya se dijo, "si vamos a morir que sea bailando un buen rock and roll" y si es en Fitomanía, mucho mejor!.
Abrazo rockero.
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