HISTORIA DE UN MOMENTO
Las mujeres del saber bailar yacen cómodamente agazapadas, víctimas de un buen rock que obliga a pararse y e ir por ellas. De la mesa del rockero hasta su objetivo, existe un recorrido urgente. Sus oídos le anuncian que comenzó la música que tanto esperaba bailar. Su incontenible deseo está en juego y guste o no, es momento de actuar!. Lo sabe. Fito no pasa dos veces el mismo tema en toda la noche!. Entre tanto, los obstáculos parecen desaparecer de su visión. El sujeto solo tiene ojos para la dama y no hay mesas, sillas ni flashes en el camino que se lo impidan. La atropellada es inminente. Sabe que puede invertir unos treinta segundos, pero no más. Si el rock de su preferencia tiene una duración de tres minutos, sabe que si hay algo que no sobra, es el tiempo.Así las cosas, el sujeto va con toda confianza hacia una devolución de miradas de inequívoca aceptación. Aunque su decisión lo impulsa para adelante, en su cabeza se le amontonan una odisea de interrogantes un tanto desordenados: -"a ella le gustará el tema?; habrá pedido algo liviano para cenar y prefiere esperar?; estará cansada porque viene de bailar con otro? o será simplemente que no tiene el menor interés de bailar conmigo?"-. Demasiadas preguntas que el bailarín, no decide contestar. Resuelto, va por ella y ahí es cuando la magia del lugar esfuma toda especulación. Como por "arte del rock and roll" que emana de los bafles, uno vuelve la mirada en dirección a Fito y sospecha que debe tener algún acuerdo con los guiños cósmicos-musicales, porque toda vez que elije, selecciona y reproduce sonidos, hace que las pequeñas historias como estas, tengan siempre el mismo final: la pista es tomada por asalto!. Ocurrió ayer. Feliz ella, feliz él y el viernes agradecido por el rock que nuevamente hizo vibrar a todos los presentes. El master Fitomaníaco ,volvió a salirse con la suya.
Saludos.
Aldo Daniel Blejman
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